1 ago 2010

26, 27, 28, 29 y 30 de julio de 2010. Nos vamos, pe1.


1 “Pe” es la muletilla típica de aquí, como un “tío” en Córdoba o un “quillo” en Sevilla.

Estos días han sido de retoques finales en la construcción, compras de última hora, puntadas finales y algo de relajación para descansar de estas semanas de actividad frenética, en las que casi no hemos tenido tiempo ni para pensar.

Como pasa el tiempo... él último día llegaba, y con él la última misa en Huancavelica que ofrecimos por todos los que habéis colaborado con vuestras oraciones, aportaciones económica, apoyo y entusiasmo por este Campo de Trabajo. Fue una misa muy intensa donde tuvimos a muchos presentes llenos de gratitud.

El jueves por la tarde nos embarcamos en el coaster que iba a traernos a Lima (y desde donde están siendo escritas estas líneas). “El viaje de vuelta más frío que yo recuerde”, según palabras del propio Gabi. Se nos cayó un mito cuando a mitad del trayecto pidió una de las mantas de Iberia, de esas con las que todos íbamos pertrechados, además del chuyo, guantes y bufanda reglamentarios.

Finalmente, amanecimos a 27 kilómetros de la capital andina, ya en el extrarradio de la ciudad. Llegamos al Saeta, nos duchamos y fuimos a comprar algo de desayuno al vecino Jockey Plaza, un centro comercial cercano al club. Qué buen ambiente entre todos los de la convivencia, a pesar de toda una noche de viaje por las curvas, subidas (hasta 5.000 MSN) y bajadas de los Andes.

Ahora, después de la Santa Misa, que ha sido de Acción de gracias por todo, nos disponemos a almorzar algo en Jockey Plaza (concretamente en Burger King) antes de coger el coaster hacia el aeropuerto y embarcarnos otra vez en la penúltima etapa de este viaje. Después de muchos días comiendo muy bien y abundante comida de estilo más o menos peruano, estamos deseando una buena hamburguesa que nos retorne a los sabores conocidos.

La verdad es que todos tenemos la sensación de que el tiempo ha pasado volando y que fue hace más de un año cuando nos despedimos de vosotros por última vez: nada más lejos de la realidad.

Hace apenas un mes que dejamos atrás nuestras ciudades, hogares, familias y amigos; pero lo que dejamos ahora atrás es mucho más que eso: horas y horas de convivencia, de rezos y oraciones, de recuerdos, experiencias, canciones, risas, bromas, tonterías, trabajos codo con codo y un largo etcétera. Dejamos atrás Huancavelica. Dejamos atrás Perú (casi todavía no pero sí en breve). Dejamos atrás nuestros chibolos. Dejamos atrás todas esas familias a las que hemos ayudado. Dejamos atrás el seminario, con todos esos sacerdotes españoles, muy especiales y que dejaron atrás España hace muchos años para entregarse totalmente al proyecto de hacer algo grande en uno de los sitios más pobres del planeta.

Aunque todo eso haya quedado atrás, nos lo llevamos con nosotros, en nuestro interior, y bien guardado. Hemos formado una pequeña gran familia de quince personas, nos hemos conocido bastante a fondo y pasado una de las experiencias que con suerte más nos haya cambiado a mejor en nuestra vida.

Lo que todos esperamos es que, tergiversando los versos de Sabina, este “adiós” sí que maquille un “hasta luego”.

1 comentario:

Unknown dijo...

enhorabuena por el trabajo tan grande que estais realizando, seguid asi